el hombre moderno siente miedo ante la historia y las historias de hombre, le incomodan, las desprecia, las odia, y trata de acabar con ellas. Porque son la presencia de lo que él quiere destruir y olvidar. Él no viene de ningún lado ni va a ninguna parte, a él no le ocurre nada que pueda afectarlo como acontecimiento, sino como mero suceso que resbala y no deja huella. El hombre moderno quiere ser feliz y redondo, como decía Nietzsche: sin recuerdo, arruga o trauma, ni siquiera de alegría. No tiene nada que contar, ni ve sentido a que le cuenten; y no soporta la narración de cómo han sido los hombres, y de lo que les pasaba.