Deben ser tan fríos, en los confines
del paraíso, uno para el otro – los serafines…
Y suspiro de nuevo libremente,
creyendo – como un niño – en la excelencia.
Esto puede no ser el amor, en su esencia,
pero, tanto…
(¡con una pausa prolongada, y – mit Nachdruck [con énfasis] – de todo su ser!)
se p a r e c e...
(casi inaudible)
...a la dicha, realmente.