Hasta que pase un huracán

no dejar baches de tiempo muerto que les hicieran mirar alrededor y darse cuenta de dónde estaban

Lo bueno y lo malo de vivir frente al mar es exactamente lo mismo: que el mundo se acaba en el horizonte, o sea que el mundo nunca se acaba. Y uno siempre espera demasiado. Primero espera que todo lo que está esperando le llegue un día en un barco, y cuando se da cuenta de que nada va a llegar entiende que tiene que salir a buscarlo.

A mí me preguntaban: ¿qué quieres ser cuando grande? Y yo decía: extranjera.

Yo odiaba mi ciudad porque era bellísima y también feísima, y yo estaba en el medio

entonces la vida se gastaba en el intento de escalar y redimirse.

el mundo se acaba en el horizonte, o sea que el mundo nunca se acaba. Y uno siempre espera demasiado.

Y después por mí, otra vez por mí, muchas veces a lo largo de la vida, cada vez que volví a perder a alguien que ni siquiera me importaba.

una parejita que se lamía como perros.