El programa cultural y político de Marta Traba. Relecturas

e discute la persona y no la política, y creo que esto surgió en los años treinta, que se volvió muy fuerte en los años sesenta por el problema de la presencia de la guerrilla en el debate cultural, una presencia que estaba como alternativa, como posibilidad, pero también una presencia que podía tomar otras formas profundamente perturbadoras.

ses moribundas, como decía Darío Mesa en su artículo en Mito. Por otro lado, quien criticaba formas convencionales del arte o quien estaba en algún sitio rompiendo con las barreras tradicionales, podía ser, aunque no lo quisiera o no lo supiera, un aliado de la subversión y del comunismo y de las ideas foráneas.

Yo tengo un gran respeto por la obra del maestro Rengifo, quien fue profesor en los años sesenta en la Universidad Nacional, grabador que asociaría hoy, incluso por los titulares de prensa, con Goya, es decir, con una manera de pintar los desastres de la guerra colombianos pero que no era, por supuesto, el arte de gran creatividad que estaban realizando Obregón o Botero. Por su parte, Granada, Rendón, Alcántara, movieron la creación de un arte que tuviera un contenido expreso, político. En Colombia, el freno del Frente Nacional y la existencia de la alternativa de la guerrilla dificultaron siempre el debate real dentro de las diferentes perspectivas, porque, un poco como lo que ocurre hoy en el país, quien no estaba de acuerdo con algo estaba en contra. Quien no apoyaba la teoría cubana del arte era un contrarrevolucionario, un miembro de las cla

En las artes plásticas existía la ambición de que el arte sirviera también como herramienta de discurso político, mientras que de alguna manera, gentes como Obregón y Botero mantenían la perspectiva de que lo importante era producir un lenguaje plástico. Lo importante no era encontrar un contenido que se transmitiera, eso vendría por añadidura, lo importante era encontrar un lenguaje plástico.

cas, en la historia, y una línea que en cierta manera trataba de mantener juntos, como postulaba Mito, el conocimiento de lo nacional y la apertura al mundo externo.

Esto tuvo un efecto poderoso sobre la cultura colombiana: en casi todas la áreas se fue formando una contraposición entre una línea cultural muy militante, que quería hacer la revolución en todo, en el teatro, en las artes plásti

Mientras el país se transformaba, la política oficial operaba, más que como un estímulo, como un freno para la voluntad social y para la voluntad de los intelectuales, y esto llevó a una polarización muy fuerte

El Estado, en ese momento, realmente no tenía mucha capacidad de operación porque el acuerdo político con el cual se reemplazó la dictadura en 1958, fue entre liberales y conservadores y frenó muchísimo a los gobiernos para actuar en aquellos temas que tocaban los puntos neurálgicos en el conservatismo, por ejemplo, la Iglesia. Por eso se puede encontrar esa situación paradojal de ese movimiento tan vivo, con un Estado que se muere del susto de crear conflictos. Hay desacuerdos sobre casi todos los temas importantes: por ejemplo, el gobierno de Alberto Lleras logró un cambio cultural de raíz contra todo el mundo y lo tuvo que hacer casi a escondidas. Apoyó el control de la natalidad por debajo de cuerda, mientras se hacía el más cumplidor de los deberes religiosos.

Bolívar en vez de ser lo que había sido durante 140 años en la historia latinoamericana, el ideólogo de las dictaduras conservadoras, se convirtió a partir de 1961, en el gestor de un pensamiento interpretado a la luz de una perspectiva radical y antioligárquica.

yo creo que la Revolución Cubana, de alguna manera, reforzó elementos tradicionalistas conservadores, creó un modelo de revolución y transformación que no era el cambio originado en las transformaciones del mundo urbano, sino que era una especie de triunfo rural soñado desde las ciudades. Los intelectuales urbanos empezaron a soñar con el campo, como el lugar donde surgía lo moderno y lo revolucionario, y eso lo asociaron, también, con la defensa de elementos tradicionalistas.