Ève de entre sus escombros

Dime que me quieres, le digo.

Ella responde: El día en que le diga te quiero a un hombre, me mato

Yo vivo aquí desde siempre. Soy refugiado de nacimiento

Las niñas siempre van a la iglesia, contentas de oírse llamar zorras por los chicos2.
Zorra, zorra, zorra.
Es una palabra bonita.

Si los demás hablan así de ella es para exorcizarse, porque los obsesiona y no pueden poseerla.

Te preguntas adónde has ido. Andabas buscando una llave y encontraste un allanamiento.

protejo. Sé cómo protegerme de los hombres. Yo soy el depredador.
Me llevan, me traen. A veces, me maltraen. Para mí no supone nada. No es más que un cuerpo. Se arregla. Está hecho para eso.

Las chicas me evitan por miedo al contagio. Tengo una reputación.

Sentía una especie de orgullo en no poseer. Se puede ser rico con las propias nadas.

Creía que todo estaba a mi alcance. A mi paso, a los chicos les crecían lunas en los ojos. Pensaba que tenía un poder.

Pero al menos tengo una certeza: por ella, con ella, por una o varias temporadas, estoy dispuesto a ir al infierno. Todo lo demás me resulta indiferente. Paso la mano por su nuca, por su cabeza rapada. Incluso bajo el murete, el agua nos está ahogando