Estar en su lugar

La lucha por el espacio, según la expresión del geógrafo Michel Lussault, es una lucha de clases,68 pero también una lucha de razas y géneros. Cada desplazamiento es, en este sentido, una «prueba espacial».

La ternura de una voz puede acogerme y confirmar mi legitimidad en el mundo; su frialdad puede privarme de ella.

A veces tenemos la sensación de estar atrapados en nuestra vida cotidiana, como si hubiéramos caído en una trampa de la que no cabe escapar sin amputarnos una parte de nosotros mismos, sin que medie el desgarro o la pérdida.

Desarraigarse como quien arranca una mala hierba, desarraigarse para no crecer torcido.

A veces el acto de partir se articula sobre una doble lógica de arraigo y desarraigo. Hacerse un lugar es entonces conquistarlo a fuerza de obstinación, en un ejercicio de autoafirmación y reapropiación vital.

Abandonarlo todo, dejar atrás el pasado que nos condenaba al fracaso de antemano. Abrirse al futuro cambiando de lugar, olvidando quiénes somos. Exiliarse, desaparecer y reaparecer en otra parte, nuevos, anónimos.

Mudar de aires, marcharse para salir adelante, alejarse de los lugares de la decadencia. Zafarse. La meta es desconocida, pero sí sabemos de qué huimos, de qué queremos escapar.

Habría que hablar del placer de ser nómada, de estar siempre de paso, de descubrir lo que otras tierras y otros rostros van haciendo de nosotros, de conocer a la persona en que nos convierte el contacto permanente con la diferencia y la alteridad. El placer de no instalarse jamás, de encontrarse siempre a punto de partir, de vivir en la proyección constante de nuevos horizontes.

Quizá no debamos sujetar a los que huyen, sino reconocer su incapacidad interior, el sufrimiento que les inflige el vínculo, la permanencia.

No saber estarse quieto es negarse a estar atado a un lugar, limitado a un ritmo, sujeto a una forma de vivir o pensar. Es no dejarse encerrar en un único modo de ser y darse el lujo de experimentar otras vidas posibles. Salir de la propia existencia como de una red que nos tenía atrapados.