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Concepción Perea

La corte de los espejos

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  • Natalia Carolinaje citiralaprije 6 mjeseci
    No le gustaban las hazañas, porque se cobraban a altos precios, y él ya no era joven y tenía muchas cosas que no quería perder.
  • Natalia Carolinaje citiralaprije 6 mjeseci
    ¿Eres idiota o le has dado vacaciones a tu cerebro?
  • Natalia Carolinaje citiralaprije 6 mjeseci
    ¿Eres idiota o le has dado vacaciones a tu cerebro?
  • Vanessa Pugaje citiralaprije 8 mjeseci
    —¿El ojo por ojo no te parece tentador?

    —Ya no. Prefiero la justicia.

    La sluagh meditó aquellas palabras.

    —A veces la justicia no llega nunca. ¿Eres consciente?

    —Entonces me conformaré con hacer lo correcto, aunque sólo sea por tener la conciencia tranquila.
  • Vanessa Pugaje citiralaprije 8 mjeseci
    —Hay otro problema —habló el Gaitero—. Y grave. Isma’il Ibn Bahar.

    —¿Sigue vivo? —se sorprendió Nicasia.

    —Y como un puñado de cabras borrachas.
  • Vanessa Pugaje citiralaprije 8 mjeseci
    —Debes mirarlo desde una perspectiva más amplia —le recomendó—. Yo lo veo así: a ojos de todo el mundo, la Dama RecorreTúneles ha levantado un ejército de muertos para defender a la Hueste Invernal. A todas las hadas. Ha deshecho la conspiración de un hatajo de sidhe renegados. Los miembros de la Cacería que han podido escapar por su propio pie estarán contando esa historia de taberna en taberna dentro de unas horas. La Dama es ahora una leyenda. La Hueste Invernal jamás te ha sido más fiel. Y la Estival también te estará agradecida.
  • Vanessa Pugaje citiralaprije 8 mjeseci
    Dujal alargó el abrazo, y también escondió un poco la cabeza. Ninguno confesaría nunca al otro el desahogo de aquel momento, ni que creían haber escuchado una canción, una melodía que los unía y les otorgaba un extraño vínculo. Es el amor y no la sangre lo que hace a las familias.
  • Vanessa Pugaje citiralaprije 8 mjeseci
    —¡Bastardo! —le gritó—. ¡Te he buscado por cada maldito rincón del reino!

    —¿Y por qué te molestaste? Sabes que al final siempre soy yo el que acaba encontrándote.

    Nicasia le puso una mano en el hombro y la sacudió una risa nerviosa, casi incómoda. No sabía si ponerle un ojo morado o darle un abrazo. Dujal sí sabía qué hacer, tenía menos remilgos y los dos brazos sanos. La apretó entre ellos. Nicasia le devolvió el gesto como pudo.
  • Vanessa Pugaje citiralaprije 8 mjeseci
    —No puedo creer que en medio de esta carnicería precisamente tú sigas viva. —Nicasia levantó la cabeza. Urakarnake, por una vez, la miraba sin desprecio. Parecía divertirse con un chiste privado. Estaba cubierto de sangre y tenía las piernas llenas de quemaduras. La poca ropa que le quedaba eran harapos que le colgaban del cuerpo—. ¿Qué hay que hacer para matarte, rata? —le preguntó.

    —Lo dices como si librarse de ti fuera fácil —logró contestar ella.

    El gorrorrojo soltó una carcajada. Sin mediar palabra se la cargó al hombro.
  • Vanessa Pugaje citiralaprije 8 mjeseci
    Nicasia se acercó a él. Las almas chillaban porque sentían la sangre y querían ser libres.

    —Todo esto es culpa de tu abuelo Eleazar —declaró la ingeniera—. Díselo de mi parte si lo ves al otro lado. Y dile que lo echo de menos.

    Empujó al ciego.
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