Si Hanns y Rudolf era una sonata La casa del lago es una sinfonía: la historia del siglo xx vista desde la casa de recreo familiar de los Alexander. Un libro admirable, fascinante, lleno de fuerza. The Economist En la primavera de 1993, Thomas Harding viajó a Berlín con su abuela para visitar una casita a orillas de un lago. Era su “lugar del alma”, decía la anciana, un refugio que se había visto forzada a abandonar cuando los nazis llegaron el poder. Veinte años después, Thomas regresó a Berlín. Ahora la casa estaba vacía, en ruinas, y su demolición era inminente. Un sendero de cemento atravesaba el jardín, señalando el lugar donde había estado el Muro de Berlín durante casi treinta años. Por todas partes había indicios de lo que fue antiguamente aquella casa, rastros de cinco familias que antaño tuvieron allí su hogar. Thomas Harding cuenta la historia de este pequeño edificio de madera, que es también la crónica de un siglo violento y agitado y de la vida de sus habitantes: un terrateniente noble; una próspera y respetada familia judía, los Alexander; un famoso compositor nazi; una viuda y sus hijos; un informador de la Stasi… Desde finales del siglo xix hasta la actualidad, desde la devastación de dos guerras mundiales hasta la partición y la reunificación de una nación, esta es una historia de supervivencia, de alegrías y felicidad doméstica, de terribles penas y tragedias, y de un odio transmitido a lo largo de varias generaciones.