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Siegmund Ginzberg

Síndrome 1933

  • anahigago2019je citiraojučer
    Kaiserhof, el principal y más emblemático hotel de Berlín. Allí tenía Hitler su residencia y oficina en la capital. Junto con su equipo y sus guardaespaldas ocupaba toda la planta superior.
  • anahigago2019je citiraojučer
    Los católicos no entraron en el Gobierno de Hitler, pero votaron la reforma constitucional que le permitió prescindir del Parlamento.
  • anahigago2019je citiraoprije 8 dana
    obstante, hay una diferencia con el pasado: esta vez sí que los vemos venir.
  • Adal Cortezje citiraoprije 11 dana
    ¿Algún pronóstico? Ninguno. Con este libro no pretendía hacer predicciones, y menos aún vaticinios. Aparte, de poco servirían. Casandra, la hija de Hécuba y Príamo, poseía el don de formular profecías acertadas, pero nadie la creía. Cuando anunció la caída de Troya, estuvieron a punto de lincharla. Es bien conocida la aversión que despiertan los profetas, en especial entre su propio pueblo (nemo propheta in patria). Se exponen a que los tilden de exagerados o de agoreros. Los que sí suelen disfrutar de popularidad son los falsos profetas.
  • Adal Cortezje citiraoprije 11 dana
    El lenguaje zafio, tras una máscara de villano, las bravuconadas retóricas y las hipérboles son constantes del discurso populista. Se recurre a ellos para «hablar como el pueblo», «hacerse entender como el pueblo». Pero nunca son neutrales ni inocentes. Quien hace propaganda se ve obligado a cumplir su palabra, como señaló el historiador alemán Martin Broszat a propósito de la retórica incendiaria y apocalíptica de Hitler. Observó que la popularidad del Führer respondió en gran medida al hecho de que expresaba abiertamente, brutalmente y en voz alta lo que su público pensaba en su fuero interno. Una vez llegan al Gobierno, los populistas fingen ser moderados, estadistas, como si durante años no hubieran despotricado, por ejemplo, contra los judíos, atribuyéndoles la intención de acabar con Alemania, llamándolos parásitos, sanguinarios, gusanos, virus que infectan la nación, o como si jamás hubieran arremetido contra los inmigrantes, tachándolos de delincuentes, violadores, terroristas y portadores de enfermedades.
  • Adal Cortezje citiraoprije 11 dana
    Si uno quiere, puede descubrir profecías por doquier. Tan divertidas como fútiles resultan, por ejemplo, las innumerables apariciones de Hitler y su entorno que alguien se tomó la molestia de localizar en los cuartetos de Nostradamus, del siglo xvi. Aquí me interesa otra clase de profecías: las que enuncian un plan y adoptan carácter de promesa. Es bien conocido: la promesa de Hitler respecto a los judíos se cumplió, la profecía se hizo realidad despiadadamente. Menos conocido es el contexto en el que se formuló por primera vez, en 1939: un auténtico chantaje al resto de Europa y del mundo sobre la acogida de inmigrantes.
  • Adal Cortezje citiraoprije 11 dana
    Ya hemos señalado que a Hitler le encantaba hacerse pasar por profeta. Su más famoso y escalofriante augurio es el que pronunció el 30 de enero de 1939, en un discurso ante el Reichstag: «He sido profeta muchas veces a lo largo de mi vida. A menudo se han reído de mí, pero siempre he estado en lo cierto. En la época de la lucha por el poder, los judíos se burlaron de mí cuando dije que asumiría el liderazgo de la nación [...] Se rieron a carcajadas, pero esa risa ya se ha apagado en sus gargantas. Quiero profetizar algo más: si el sistema financiero judío internacional lograra sumir al mundo en una nueva guerra, el resultado no sería la bolchevización del planeta, y por tanto la victoria del judaísmo, sino la aniquilación de la raza judía en Europa».
  • Adal Cortezje citiraoprije 11 dana
    Al final de El maravilloso Mago de Oz, de L. Frank Baum, el terrible mago se nos revela como lo que es en realidad: un embaucador. No obstante, cuenta con la aprobación de la gente porque les da lo que quieren. Él mismo confiesa que es un mero charlatán a los héroes de la historia: Dorothy, el Espantapájaros, el León Cobarde y el Hombre de Hojalata. Quienes poco después le piden un último milagrito...
  • Adal Cortezje citiraoprije 11 dana
    En ocasiones, descubro algo profético en los cuentos de hadas. Durante el Tercer Reich gozaba de gran popularidad la leyenda, recuperada por los hermanos Grimm, en la que los niños de Hamelín van alegres, encantados, tras el flautista que los arrastra a su perdición, igual que los alemanes se entregaron al hombre que los conduciría a la catástrofe. Sin embargo, hay algo más extraño y más difícil de explicar: ¿por qué tantos siguieron creyendo en Hitler cuando ya había causado el desastre? ¿Por puro fanatismo? ¿Por costumbre? ¿Quizá por miedo? ¿O por falta de alternativa?
  • Adal Cortezje citiraoprije 11 dana
    El día del nombramiento de Hitler como canciller, Erich Ludendorff envió al parecer una nota manuscrita al presidente Hindenburg, con quien mantenía una relación de confianza desde que habían compartido el mando supremo de los ejércitos del Káiser, durante la Primera Guerra Mundial: «Hago una solemne profecía: este hombre endiablado conducirá al Reich al abismo y causará un sufrimiento inenarrable a nuestra nación. Las generaciones futuras lo maldecirán en la tumba por sus actos».
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