Apunté también que no hurgaran en la fosa séptica del jardín, tal y como me había advertido Luka, y que debían limpiar el aljibe que recogía las aguas pluviales de las cubiertas; las raíces de los árboles habían penetrado a través de las paredes de cemento cuarteándolas y apenas se veía el fondo del depósito.