Martin Eden

y sus propios pensamientos estaban en verso blanco

La suya era la mente de un estudioso, y tras su capacidad para aprender, estaban la indomabilidad de su naturaleza y su amor por Ruth.

Treinta mil al año estaba bien, pero la dispepsia y la incapacidad para ser humanamente feliz robaba a esos ingresos principescos todo su valor.

No le satisfacía la carrera del señor Butler. Había algo mezquino en ella, después de todo.

El amante loco de Dios debería hacer cualquier cosa por un beso, pero no por treinta mil dólares al año.

Nos demuestra que un hombre que tenga voluntad puede elevarse por encima de su ambiente.
—Es un gran hombre –dijo Martin con sinceridad.

y no era consciente de que la luz que brillaba en sus ojos cuando la miraba era muy parecida a la que brilla en los ojos de todos los hombres cuando son presa del deseo del amor

He visto mucho en la vida, y de alguna manera, he visto mucho más que la mayoría de los que estaban conmigo. Me gusta ver, y quiero ver más, y quiero verlo de manera diferente.

Yo no soy más que un tipo rudo y nunca he tenido contacto con la buena sociedad.

Sintió que él era el loco amante de Dios y que ningún trofeo de caballero podría haberle proporcionado mayor orgullo. Y al fin supo cuál era el significado de la vida y por qué había nacido.