No cuentes pesadillas en ayunas

Todo eso
Yo quería decirle
lo ambiguo
lo taco embarrado
lo roto al amanecer
Quería decirle lo rimmel corrido
lo boca seca
lo trunco
mueca de una falta
neurosis
Quería lo cavidad vacía
lo fuera de toda importancia
un berrinche con mocos
una muerte superficial
un ruido que se escucha lejos por la resaca
(y el botón
y los olores propios
y las lenguas ajenas
y el cuerpo recuperado de un embudo con dientes
que tiene nombre de mujer

pido restos de algo dicho,
apenas interlocución,
sin otro sentido
que evitar el eco.
Nos odiamos,
quiero confundirte los ojos con arañas
para matártelos.

Hay días que el silencio
me hiere la piedad.

Todo para no gritar,
no alertar a los vecinos
de que a veces odiamos con tanta perfección,
que nuestro silencio es de calibre mortal,
munición pesada,
la mejor molotov
jamás hecha

Hay días que el silencio
me hiere la piedad.
Te pido restos de algo dicho,
apenas interlocución,
sin otro sentido
que evitar el eco.

Me digo que está bien, que es tiempo, que tengo que cambiarle los cristales a los anteojos, que están tan rayados, que por eso debo ver nublado

Siempre me gustaron los números pares,
es cosa de nacer un dos.
Se sentía un refugio
hacer un cálculo tan sencillo:

Redondísimo el dolor, abuela
¿lo ves?
Son todos los no que no dije

Sobredosis
Atragantarse. Con lo que no sale, con lo que se oye, con lo que se lee. Atragantarse y dejarse morir un poco, pero milimétricamente, casi imperceptible. De un minuto a otro, apenas apenitas un poquito más muerto y vos ni noticias y yo ni noticias.

Atragantarse y dejarse morir un poco, pero milimétricamente, casi imperceptible.