En nuestra cultura el divorcio ya no es solamente una opción, es una expectación. En una época pasada, el divorcio era considerado un escándalo, algo de lo que el hombre difícilmente podía recobrarse. El divorcio afectaría su carrera, su habilidad de postularse para una posición política, su liderato en la comunidad y pondría en duda su habilidad de buen juicio dondequiera que fuera. Sin embargo, ahora es algo tan normal que ha dejado de ser un asunto en cuestión.