«Creí; por lo tanto hablé, estando afligido en gran manera». En este pasaje bíblico del Salmo 115 puede resumirse esta obra de mujeres valientes que deciden hablar y dar testimonio no solo de sus historias como víctimas consagradas en la Iglesia, sino y principalmente, como mujeres heridas en su más profunda dignidad, y cuya historia manifiesta otros tantos dolores silenciados en la persona de niños, adolescentes y adultos vulnerables de las diversas realidades socio-eclesiales.
Este libro es fruto de la construcción colectiva realizada por la Comisión de Cuidado y Protección de la CLAR, que anima a la Vida Religiosa del continente a profundizar en la problemática del abuso, para suscitar conciencia, conversión y nuevas prácticas relacionales.
Se trata del clamor de verdad, justicia y reparación, que necesita la VC, y sin duda es profecía en medio del dolor y abuso psicológico, físico, espiritual y de conciencia.
Una obra que es abundante en cuanto a herramientas de discernimiento y profundidad que invitan a reflexionar sobre un tema que nos desgarra por lo doloroso e inexplicable pero que es necesario abordar desentrañando realidades y buscando caminos de verdad y justicia, para que las víctimas dejen de ser revictimizadas y encuentren la reparación necesaria para sus vidas.
Con un anclaje en la historia de las víctimas de abuso en la Iglesia, el Magisterio y la Palabra que interpela, se hace un llamado de atención, una denuncia clara a quienes hacen silencio y se convierten en cómplices teniendo la obligación de escuchar y atender con responsabilidad el cuidado íntegro de las personas que forman parte de su comunidad. Pero la cultura del cuidado no es solo para las autoridades, es una tarea de cada uno. Todos somos responsables y de saber dónde nuestro hermano, hermana y saber lo que le ocurre. Es un abordaje que nos inclina hacia el otro y la otra como forma de prevención, pero sobre todas las cosas de ternura evangélica, de humanidad y de hermandad.
