Tomates Verdes Fritos

Debió de enterrar en el jardín centenares de cabezas. Pero, bueno, gracias a eso ¡nos crecían las calabazas y los tomates más hermosos de la ciudad!

—¿Sabes, Smokey…? Pensé que vagabundear sería divertido…, pero no lo es…

—¿Sabes, Smokey…? Pensé que vagabundear sería divertido…, pero no lo es…

»Aquí yace el brazo del pequeño Buddy (1929-1936). Hasta la vista, amiguito.

Resulta curioso observar que la mayoría de las personas pueden trabar conocimiento con alguien y, gradualmente, ir enamorándose sin llegar nunca a saber cuándo empezó todo exactamente.

Mi vecina, Mrs. Hartman, me dijo que una prima suya que estaba en el hospital en Atlanta le contó que uno de los pacientes salió un día de la habitación a tomar el fresco y no lo encontraron hasta seis meses después, encerrado en una garita de la terraza de la sexta planta.

Estaba ya casada y con dos hijos cuando descubrí que no tenía que haberme casado. Creía que era lo que una tenía que hacer.

Incluso tenía pensado cómo matarse. Se mataría con una bala de plata. Tan redondeada y suave como el cubito de un martini. Dejaría la pistola en el frigorífico unas horas antes de hacerlo, para que atravesase su cabeza bien helada.

Vagaba por la casa como un espectro, pactando con un Dios en el que ni siquiera estaba segura de creer.

Cuando yo vaya al cielo con todos los míos, espero que la gallina Sister y el mapache Cookie estén allí…