Manual para la serenidad

Porque nadie se arrepiente de haber empezado antes. Todos nos arrepentimos de haber empezado demasiado tarde o de no haberlo hecho.

Hay más trabajo en mantener tus propósitos que en proponerte buenas acciones

Por lo tanto, el miedo, en su esencia más pura, no es más que un diálogo interno, una historia que nos contamos alrededor de lo desconocido y lo incierto.

Al conversar con frecuencia con nuestros propios miedos, y al enfrentarlos, descubriremos que el miedo no es el alumno, sino el maestro.

Fue entonces cuando se le apareció la diosa Atenea, que le dijo: «Tu miedo es un recordatorio de lo que es importante para ti. No luchas solo por ti, sino por tu ciudad y tus seres queridos. En vez de luchar contra tu miedo, úsalo para fortalecer tu resolución»

Prestar atención a cómo nos hablamos es lo más importante que podemos hacer por nosotros mismos. Como hemos visto, lo que nos decimos determina cómo nos sentimos. Y cómo nos sentimos determina cómo actuamos.

Agradece que aún lo tienes porque, como advierte Séneca, algún día lo perderás todo. O, mejor dicho, lo devolverás.

Agradece que aún lo tienes porque, como advierte Séneca, algún día lo perderás todo. O, mejor dicho, lo devolverás.

El principio de aprender a centrarnos en lo que podemos controlar es algo que nosotros también podemos repetirnos y practicar a diario, sobre todo en el ámbito de los deseos. Porque el camino de la repetición y la práctica es el más rápido y eficaz para gobernarnos a nosotros mismos.

«Si solo muestras aversión hacia las cosas que son contrarias a la naturaleza y que dependen de ti, no caerás nunca en lo que rechazas. Por el contrario, si muestras aversión hacia la enfermedad, la muerte o la pobreza, obtendrás aquello que no deseas».