Carta al padre

Pero tú estabas frente a mí y todo te parecía estar en “contra”, cuando evidentemente esto solo era una consecuencia de tu fortaleza y de mi debilidad.

Por favor, padre, entiende que por sí mismos estos son detalles completamente insignificantes. Solo empezaron a ser deprimentes para mí cuando tú, el ser humano enorme, determinante, no observabas los mandamientos que tú mismo habías impuesto.

Me sentía patético, no solo ante ti, sino frente a todo el mundo, pues tú eras la medida de todas las cosas”.

pero no todos los niños tienen la resistencia y la determinación para buscar por tanto tiempo hasta encontrar la bondad.

“Me sentía patético, no solo ante ti, sino frente a todo el mundo, pues tú eras la medida de todas las cosas”

“Aun años más tarde me perseguía la visión torturadora de ese hombre gigantesco”.

tú arremetías con tus palabras sin precaución; no tenías lástima por nadie, ni en ese momento ni después.

Para él, eras una curiosidad querida, de la que él puede escoger lo que quiera tomar. Para mí, tú no eras una curiosidad. Yo no podía escoger. Debía tomarlo todo

Me sentía patético, no solo ante ti, sino frente a todo el mundo, pues tú eras la medida de todas las cosas

Me preguntaste hace poco tiempo por qué yo creía que te tenía temor. Como de costumbre, no te respondí nada, en parte por el miedo que me infundías y en parte porque este temor se fundamentaba en muchos detalles que apenas habría podido tratar a medias en nuestras conversaciones