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Alejandro Tantanian

Tres clases

Estas Tres clases proponen un recorrido literario cautivador y educativo por las obras de tres dramaturgos emblemáticos: William Shakespeare, Bertolt Brecht y Tennessee Williams. Cada uno de los encuentros brinda una perspectiva iluminadora para los entendidos en teatro y una valiosa guía para quienes deseen adentrarse en algunas de las obras más significativas de la historia teatral, como Hamlet, Un tranvía llamado Deseo o La ópera de tres centavos.
Alejandro Tantanian ofrece una exploración detallada de grandes obras maestras y ahonda en los contextos históricos de producción y representación, las biografías de los autores y las múltiples reinterpretaciones que estas piezas han generado a lo largo del tiempo. Combinando profundidad analítica con habilidad pedagógica, el libro se erige como una guía esencial que aclara y enriquece la comprensión del teatro isabelino y contemporáneo. Tres clases es una puerta de entrada ideal para quienes deseen explorar el vasto universo teatral y una herramienta invaluable para aquellos ya familiarizados con estos grandes autores.
Edición al cuidado de Andrés Gallina
209 tiskanih stranica
Vlasnik autorskih prava
Bookwire
Objavljeno prvi puta
2024
Godina izdanja
2024
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Citati

  • Juan Carlos Francoje citiraoprije 12 dana
    Pero la duda que asalta a Hamlet, y comparte con el público, es: ¿cuál es el sentido de replicar esta espiral de violencia? Y es por eso que ahí está el nuevo aporte que hace Shakespeare a la trama heredada: Fortimbrás. ¿Por qué lo incluye? Porque lo que nos está diciendo es: si no se soluciona la violencia acá adentro con los que estamos acá adentro, viene el de afuera y la aplica de la misma manera, es decir: no hay salida. Hamlet tiene que ejecutar lo que tiene que ejecutar porque no hay salida. Si no lo hace, vendrá Fortimbrás y aplicará la violencia y ganará el reino. La persistencia de la espiral de violencia –aquello sobre lo que Shakespeare viene escribiendo, sobre todo en sus obras históricas–, la imposibilidad de frenar la violencia es constitutiva de la cultura en occidente. Y hoy seguimos ahí: dentro de la misma espiral. Más perversa, más sutil (¿más sutil?), menos vikinga, quizá. Pero no se detuvo. Y eso Hamlet lo sabe.
  • Juan Carlos Francoje citiraoprije 24 dana
    la mirada que tenemos sobre el príncipe melancólico, la escisión entre el hombre de acción y el hombre de pensamiento, son tópicos heredados del romanticismo. No está esto en la “voluntad shakespeariana” (si existiera algo así), y es una buena decisión sacarse esas ideas románticas de encima, porque, si uno observa lo que hace Hamlet como sujeto de acción, ¡es un torbellino!: mata a Polonio, se sube al barco hacia Inglaterra, cambia la carta que lo sentencia a muerte, se pelea con los piratas, manda a matar a Rosencrantz y a Guildenstern, vuelve de Inglaterra, descubre a Ofelia muerta, se revuelca en una lucha cuerpo a cuerpo con Laertes en medio del cementerio, y caen ambos en la tumba recién cavada, arma junto a Horacio un plan de venganza, se bate a duelo y mata, finalmente, a Claudio. Es decir, de hombre de pensamiento, de “no sé qué hacer…”, no pareciera haber tanto.
  • Juan Carlos Francoje citiraoprije 24 dana
    Una de las grandes críticas que se le hace a Hamlet (a la obra y al personaje) es: ¿qué le pasa a este tipo que no va y mata? ¡Si ya sabe quién es el asesino! Al final del primer acto ya sabemos todo. Se dice que Hamlet es un policial mal hecho. Uno se entera de quién es el asesino al terminar el primer acto. Está claro, entonces, que no estamos frente a un policial porque lo que va a importar va a ser la construcción de ese personaje que, entablando un grado de complicidad único con el espectador, empieza a desnudar su pensamiento, y a compartirlo.

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