—Los estoicos, de los cuales es usted una parodia, eran hombres notables, pero su doctrina se petrificó hace ya dos mil años; no ha avanzado un palmo ni lo hará, porque, además de poco práctica, es contraria a la vida. Solo tuvo éxito entre una minoría que dedicaba su vida al estudio y a paladear conocimientos de todo tipo, pero la mayoría no la comprendió. Una doctrina que predica la indiferencia a la riqueza y a las comodidades de la vida, el desprecio del dolor y de la muerte, es absolutamente incomprensible para la inmensa mayoría, por la sencilla razón de que esa inmensa mayoría no ha conocido nunca la riqueza ni las comodidades de la vida; despreciar los sufrimientos significaría para ellos despreciar su propia vida, ya que la existencia del hombre se compone de sensaciones de hambre y frío, de ofensas, de pérdidas y de un temor a la muerte digno de Hamlet.