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Honoré de Balzac

La muchacha de los ojos de oro

"—Querido —dijo ella—, sácame de aquí esta misma noche. Méteme en algún sitio en donde no puedan decir al verme: “Esta es Paquita”; en donde nadie conteste: «Hay aquí una muchacha de ojos dorados y pelo largo”. En ese sitio te daré cuantos placeres desees recibir de mí. Luego, cuando ya no me ames, no diré nada y no deberás sentir remordimiento alguno si me abandonas, pues un día pasado a tu lado, un día nada más, durante el que te habré estado mirando, me habrá hecho las veces de una vida entera. Pero si me quedo aquí, estoy perdida.”
Publicada en 1835, “La muchacha con los ojos de oro” es una novela realista de temática LGBTQ+ anterior al proyecto literario que ocupó la mayor parte de la vida de Honore de Balzac, “La comedia humana”. Esta novela forma parte de la trilogía “Historia de los trece”, junto a “Ferragus” y “La duquesa de Langeais”.
“La muchacha con los ojos de oro” es una historia de amor parisina con un destino trágico. El libro cuanta la historia del atractivo, rico y joven noble inglés Henri de Marsay, que, un día, paseando por el jardín de las Tullerías, conoce a una misteriosa chica con ojos dorados. De Marsay se enamora inmediatamente de la joven y la visita cada mañana en el jardín, hasta que su amor por fin es consumado.
Sin embargo, De Marsay irá descubriendo las circunstancias en la que la chica vive, custodiada por un marqués octogenario que la mantiene encerrada en la habitación de su palacete, al servicio de sus placeres, así como un nuevo mundo de placeres y sensualidad pura…

Honoré de Balzac (1799–1850) fue un escritor y dramaturgo francés. Escribió sobre el panorama francés post-napoleónico y sobre la vida francesa.
104 tiskane stranice
Objavljeno prvi puta
2021
Godina izdanja
2021
Izdavač
Saga Egmont
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Citati

  • Luis Torresje citiraoprije 5 godina
    El hombre de dinero pesa a todas horas a los vivos; el hombre de los contratos pesa a los muertos; el hombre de ley pesa la conciencia. Como se ven en la obligación de hablar continuamente, todos sustituyen la palabra a la idea, la frase al sentimiento, y el alma se les vuelve laringe. Se desgastan y se desmoralizan. Ni el gran negociante, ni el juez, ni el abogado conservan el recto sentido: ya no sienten, aplican las normas, que fuerzan las especies. Los arrastran sus torrenciales existencias y no son ni maridos, ni padres, ni amantes; resbalan en trineo por las cosas de la vida y, a todas horas, viven al empuje de los negocios de la urbe.
  • Luis Torresje citiraoprije 5 godina
    Un fatuo que se ocupa de sí se ocupa de boberías, de cositas menudas. ¿Y qué es la mujer? Una cosita menuda, un conjunto de boberías. ¿No se la tiene ocupada durante cuatro horas con dos palabras dichas sin ton ni son? Tiene la seguridad de que el fatuo va a estar pendiente de ella, puesto que no tiene en la cabeza cosas trascendentes. Nunca la descuidará por atender a la fama, la ambición, la política, el arte, esas grandes rameras que ella tiene por rivales. Y, además, los fatuos tienen el valor de po­nerse en ridículo para agradar a la mujer; y el corazón de la mujer rebosa de recompensas para el hombre ridículo por amor. Y, por fin, un fatuo no puede ser fatuo más que si tiene algún motivo para serlo. Las mujeres son quienes nos conceden ese grado. ¡El fatuo es el coronel del amor, tiene éxito en las aventuras galantes y un regimiento de mujeres a su mando!
  • Luis Torresje citiraoprije 5 godina
    ¿Sabes por qué les gustan los fatuos a las mujeres? Amigo mío, los fatuos son los únicos hombres que se cuidan. Ahora bien, ¿cuidarse demasiado no es acaso decir que uno cuida en su persona el bien ajeno? El hombre que no se pertenece a sí mismo es precisamente el que engolosina a las mujeres.

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