Relatos para todas las edades
La Maragata había decidido regresar a la ciudad que la vio nacer, le hacía mucha ilusión estar en Astorga.
Siempre elegía un lugar emblemático de la ciudad que visitaba, y nunca estaba dos veces en el mismo sitio.
Como cada día, instaló su puesto de alfarería. Los más curiosos se acercaban para admirar las figuritas que con tanta destreza realizaba.
Siempre había niños que le hacían preguntas, ya que los adultos no se atrevían, y se unían a ella llenando sus manos de arcilla, mientras nuestra protagonista les deleitaba con historias fantásticas provistas de moralejas que les hacían pensar.
A la gente le gustaba tanto las historias que contaba que siempre le pedían más, pero por horario solo podía narrar tres cuentos cada día.
Al cabo de tres días, se despidió de aquellas buenas gentes y emprendió el camino hacia un nuevo destino donde seguir contando sus cuentos.