Más allá del invierno

En medio del invierno aprendí por fin que había en mí un verano invencible.

, pero quería hacer el amor amando, por el placer del cuerpo y la tranquilidad del espíritu. Quería hacer el amor con alguien que sintiera como ella. Quería ser aceptada sin nada que ocultar o fingir, conocer al otro profundamente y aceptarlo de la misma manera. Quería alguien con quien pasar la mañana del domingo en la cama leyendo los periódicos, a quien tomarle la mano en el cine, con quien reírse de tonterías y discutir ideas. Había superado el entusiasmo por las aventuras fugaces.

, pero quería hacer el amor amando, por el placer del cuerpo y la tranquilidad del espíritu.

No, pero quería hacer el amor amando, por el placer del cuerpo y la tranquilidad del espíritu. Quería hacer el amor con alguien que sintiera como ella. Quería ser aceptada sin nada que ocultar o fingir, conocer al otro profundamente y aceptarlo de la misma manera. Quería alguien con quien pasar la mañana del domingo en la cama leyendo los periódicos, a quien tomarle la mano en el cine, con quien reírse de tonterías y discutir ideas. Había superado el entusiasmo por las aventuras fugaces.

Echaba de menos sexo, romance y amor. El primero lo conseguía de vez en cuando, el segundo era cuestión de suerte y el tercero era un premio del cielo que seguramente no le tocaría, como le había comentado más de una vez a su hija.

quería hacer el amor amando, por el placer del cuerpo y la tranquilidad del espíritu.

—Que me adoras y no te explicas cómo puedes haber vivido tanto tiempo sin mí, aburrido y con el corazón hibernando.

Para mí rezar es relajarme y confiar en el misterio de la existencia.

Antes de morir tengo que averiguar para qué estoy en este mundo. Es verdad lo que dices, he estado tanto tiempo anestesiado, que no sabría por dónde comenzar a vivir de nuevo.

—¿Cómo he vivido tantos años solo y desconectado? Me lo vengo preguntando desde hace días.