El amor no debía depender únicamente de exponer tu cuerpo físico ante otra persona. El amor era intangible. Universal. Era lo que fuera que alguien quisiera que fuera y debía ser respetado como tal. Para Alice, era quedarse despierta hasta tarde hablando de todo, de nada y de cualquier cosa porque no querías dormirte: echarías demasiado de menos a la persona con la que estabas. Era descubrirte sonriendo a esa persona antes de que te pillara porque: «Ostras, ¿cómo es posible que exista?». Era la intimidad de los secretos compartidos. La comodidad de la aceptación incondicional. Era la confianza de saber que, pasara lo que pasara, esa persona siempre te apoyaría.