El juego del revés

Siempre había pensado que la gentileza del alma refina el rostro

«Ve, Dino, camina más deprisa, corre lejos, la vida es pequeña y demasiado vasta es el alma.»

era bello que el arte llegara así a la gente, llevada por el pico de un loro que elegía al azar entre las hojitas del destino. Y aquélla era la extraña función del arte: llegar con el azar a personas al azar, porque todo es azar en este mundo, y el arte nos lo recuerda, y por eso nos pone melancólicos y nos reconforta.

La microperspectiva es un modus vivendi, ¿de acuerdo?, podemos decirlo así, es una forma de concentrar la atención, toda la atención, en un pequeño detalle de la vida, del trasiego cotidiano, como si ese detalle fuese lo más importante de este mundo; pero con ironía, sabiendo que no es en absoluto lo más importante de este mundo, y que todo es relativo. Puede servirnos de ayuda el elaborar listas, tomar notas, marcarnos horarios férreos y no transigir. La microperspectiva es una forma concreta de apegarse a cosas concretas.

escúcheme, en esta tierra vivimos millones y millones de personas, y sin embargo, somos justo nosotros dos los que nos hemos encontrado, sólo por teléfono, es verdad, sin conocernos y sin vernos, pero nos hemos encontrado, no echemos a perder este encuentro, algo debe querer decir, escúcheme

porque todo el mundo, hasta los más desesperados, tiene algo que en el fondo le interesa, hasta quienes más alejados parecen de la realidad. A menudo es una cuestión de buena voluntad por nuestra parte, aunque haya que recurrir a pequeños trucos, a expedientes

en los nombres está el tiempo que hemos vivido juntos, las personas que se nos han muerto, las cosas que hicimos juntos, lugares, otros nombres, nuestra vida.

El tiempo es pérfido, nos hace creer que no pasa nunca, y cuando miramos hacia atrás ha pasado demasiado deprisa.

muerte es la curva del camino, morir es sólo no ser visto,

para matar a alguien no siempre hace falta darle muerte, a veces basta un gesto.