Lee junto a Antonio Díaz Oliva

Hace menos de tres meses que llegué a vivir a Chicago. Por lo que mi biblioteca es muy reducida. No más de 60 libros. Sin embargo, tengo bibliotecas satelitales en Washington DC y Nueva York. Dos amigos tienen cajas con mis libros en esas ciudades. La idea es que algún día aprenda a manejar y pase a buscar las cajas. Pero sigo sin diferenciar los pedales y me mantengo como un caminador incorregible. (Es muy de escritor chileno eso de no saber manejar.)
Igual mi gran biblioteca está en Santiago de Chile, en casa de mi madre, que es donde, como buen escritor borgeano, me quedo cada vez que visito el país con forma de pasillo.
Mi relación con la lectura en tiempos de pandemia fue, al principio, de novelas grandes. Leí “La vida instrucciones de uso” de Georges Perec y “Nuestra Parte de Noche” de Mariana Enríquez. El resto han sido libros más breves y cuentos. Mucho picoteo. Cómics. Poemas sueltos. Algunos audiolibros. Ah, también releí Pnin de Vladimir Nabokov. Lo leo una vez al año. Es el libro que más veces tengo en distintas versiones y que me representa: me acerco a la realidad de la misma forma en que torpemente lo hace Timofey Pavlovich Pnin. Cada vez que termino de leer la novela de Nabokov me dan ganas de abrazar a Pnin.

Antonio Díaz Oliva (@TheAntonioAdo) es un escritor chileno, autor de La experiencia formativa y La experiencia deformativa (Neón Ediciones).