Peggy se ha suicidado en Mallorca, donde vivía con su marido una vida de bohemia dorada. ¿Por qué lo ha hecho? Más aún: ¿se ha suicidado realmente?
Estas preguntas son el punto de partida de una intriga, psicológica y policíaca. El padre de Peggy, Coleman, célebre pintor norteamericano y hombre de fogoso temperamento, culpa a su yerno, Ray Garret, de la muerte de su hija y, empujado por un odio obsesivo, decide vengarla. Tras un encuentro entre ambos en Roma, Coleman dispara contra Ray y lo da por muerto.
Herido muy ligeramente, Ray está más sorprendido que furioso: la actitud de Coleman se basa en un malentendido que Ray quiere disipar (antes de su regreso a Nueva York, donde quiere montar una galería de arte), por lo que lo sigue hasta Venecia.
Lejos de cambiar de actitud, Coleman intenta asesinarlo de nuevo a la primera oportunidad. Salvado de morir ahogado por un gondolero, Ray comprende que se ha metido en la boca de lobo y su primera reacción es esconderse en Venecia. Con un nombre falso.
¿Por miedo y cansancio? ¿O por maquiavelismo instintivo y deseo de inculpar a su suegro, cuando la policía empieza a inquetarse por su desaparición? Las causas son más oscuras y complicadas… mientras en Venecia, transformada en una inmensa trampa, se entabla un extraño y atroz juego del escondite.
Como escribió el conocido especialista de la novela policial, Julian Symons, «ciertamente, Ray y Coleman, acarreando sus alforjas de culpa personal o nacional a través de Venecia, están entre los más memorables productos de la poderosa imaginación de Miss Highsmith».