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Deborah Eisenberg

Taj Mahal

Autora mítica en el panorama del cuento norteamericano, admirada por escritores como Lorrie Moore, John Updike y George Saunders, cada uno de los cuentos de Deborah Eisenberg es un organismo extraño y deslumbrante, capaz, al mismo tiempo, de condensar en sus páginas la complejidad de una novela, cuestionar los límites propios del género y dar cuenta, con ternura y humor, de los imprevistos e imprevisibles desafíos de habitar este mundo.Terriblemente original, con una escritura producto de una destilación minuciosa y apenas cinco libros publicados en más de cuatro décadas, desde hace años el nombre de Deborah Eisenberg circula de boca en boca y hace que los lectores esperen con deleite la aparición de cada nuevo volumen de su obra. Los seis relatos de Taj Mahal, su libro más reciente, están llenos de encanto, ironía, observaciones filosas, y una lucidez que por momentos puede resultar perturbadora. En estas historias para leer y releer, Deborah Eisenberg escribe sobre familias, amistades, parejas, enamoramientos y duelos, y nos conmueve con personajes tan frágiles como valientes. De su mano nos acercamos a las verdades más íntimas, y a veces oscuras, de nuestra existencia.
254 tiskane stranice
Vlasnik autorskih prava
Bookwire
Objavljeno prvi puta
2022
Godina izdanja
2022
Izdavač
Chai Editora
Prevoditelj
Federico Falco
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Citati

  • Lissette Suttonje citiralaprije 14 sati
    caer con todo mi peso sobre la silla, frente a mi cena. Las grietas se ramificaron con violencia a lo largo y a lo ancho de mi compostura y, a través de ellas, comenzó a drenar mi familia —la poca cosa que al fin y al cabo mi familia había sido—, a drenar y a filtrarse hacia fuera. Levanté el teléfono, volví a bajarlo, volví a levantarlo, volví a colgar el tubo, lo levanté una vez más, marqué un número y Jake me respondió al primer llamado. “¿Sí?”, dijo con voz cansada.
    “Oh, por Dios”, dije y colgué.
    Volví a marcar su número y de nuevo volvió a atender de inmediato.
    “Se murió mi primo”, dije.
    “¿Tu primo?”.
    “Mi primo Morris, el violinista”.
    “¿Yo lo conocía?”, preguntó Jake.
    “No”, dije. “Nunca se conocieron. Creo que una vez viste una carta que él… pero… ¡alto ahí!”. Como alguien que camina dormido sobre un trampolín, mi corazón había empezado a tambalearse con torpeza. “¿Por qué todo tiene que girar en torno tuyo? Al fin y al cabo es mi primo”, dije, y empecé a leer: “Morris Sandler, virtuoso del violín, falleció a los sesenta y seis años. Sandler era conocido por…”.
    “A los sesenta y seis”, dijo Jake. “A los sesenta y seis, a los noventa y tres, a los catorce, a los setenta y ocho… a los sesenta y seis, ¿y qué? Esos números no son para nada lo importante, ¿o sí?”.
    “¿Estuviste tomando?”.
    “Estuve trabajando. Estoy en el laboratorio. Siento mucho lo de tu primo. No recordaba
  • Lissette Suttonje citiralaprije 14 sati
    Tachar y seguir
    Adela, Bernice y Charna, la más joven, todas muertas ya hace tiempo, borrosas entre la multitud que navega a través de la memoria, sus piernas largas y delgadas fluyen por debajo de las cúpulas de sus ajados abrigos de pieles, sus narices grandes y picudas señalan el camino.
    No vuelven a mi mente muy a menudo. Vuelven tan seguido como mi madre, cuyo rencor hacia mis tías, las hermanas de mi padre, les infundía un cierto lustre, que las dejó para siempre unidas a ella en la distante y sombría tierra de mi infancia; tierra que, dado que el Times de hoy publica un obituario del violinista Morris Sandler, ahora es casi el único espacio que las cuatro todavía ocupan en este planeta.
    Me estaba preparando para comer. Había dejado caer mi omelette sobre un plato, me había sentado frente a él, había doblado el diario de una manera que me permitiera maniobrar el tenedor entre la cena y mi boca y al mismo tiempo poder leer y, sin saber cómo, terminé frente a una imagen de mi primo Morris, mirándome fija y directamente a los ojos. Por supuesto, no lo reconocí de inmediato, y si no hubiera vuelto a mirar la foto y si no me hubiera intrigado el pequeño titular, podría haber seguido durante años creyendo que el último de mis parientes vivo andaba todavía por ahí, dando vueltas en algún lugar.
    Pero el nudo se deshizo y salí disparada hacia arriba, flotando un instante por fuera de la fuerza de gravedad, para después, enseguida,
  • alisongrisel2222je citiraoprije 3 mjeseca
    Howard está teniendo problemas: la semana

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